Real Aeroclub de Toledo

Volando desde 1966

Dudo que, a estas alturas, pueda ignorarlo alguien. Pero, por si así fuera, informo de que en el pasado mes de agosto, un grupo de socios del RACT compró un enorme biplaza Alexander Schleicher ASH-25. Sus cuatro afortunados propietarios son: Carlos García, Alejandro Lorenzo, Rafael Mexía y Roberto Ruiz. Todos ellos ingenieros (Industriales, Aeronáuticos o de Telecomunicaciones, a escoger y revolver).

Super-velero de una categoría más allá de la que cualquiera de nuestros socios había disfrutado antes y que ahora ya está en Lillo. El pasado fin de semana hizo bastantes vuelos entre nosotros.

Se trata de un impresionante avión: altísimo, larguísimo, anchísimo y bellísimo. No estoy seguro si tiene 25 ó 26 metros de envergadura. Casi da lo mismo. Algo qué visto y tocado de cerca, te deja con la boca abierta. Dispone de un compartimento en el fuselaje, con trampillas y todo, para poder acoger un motor y su hélice. Con los que poder llegar a ser motovelero auto-lanzable. Pero, al menos de momento, no dispone de dicho motor.

Como el pasado domingo me tocó remolcarle más de una vez, puedo contar que, visto desde la "Pawnee", se nota su mucha inercia, como ya podía preverse. Pero apenas aprecié diferencia entre tirar de él o del "Janus C" de otro grupo de socios del Club. A pesar de que éste último tenga 3 ó 4 metros menos de envergadura. Por los espejos puede verse la casi infinita estampa de su maravillosa envergadura. Himnotizantemente bonito.

Claro que, lo mejor de todo (por eso lo dejo para el final) fué que todavía tuve la gran suerte de hacerle su último vuelo del domingo 16/09/18. Gracias a la amable invitación que al efecto recibí de Rafa Mexía. Antes habían salido Rafa y Jaime Julve, en el esbelto biplaza. Estuvieron alrededor de una hora por los aires.

Para entonces eran alrededor de las 18H. Yo llevaba hechos 12 ó 15 remolque en el "molinillo". Con lo que solo esperaba que acabara la tarde para terminar y recoger.

Pero Jaime y Rafa tuvieron el amistoso detalle de bajar todavía con cierto margen. Por darme la oportunidad de hacer el último vuelo del día en el ASH-25.

Durante el vuelo anterior, Rafa había ocupado la cabina delantera, so pretexto de que aún no se consideraba "suelto" y prefería que Jaime le diera otro "doble mando". Conmigo, volvió a decir que prefería volar delante. Así que enseguida me subí al puesto trasero, encantado de la vida. Porque, en los biplazas, siempre prefiero volar detrás. Incluso en un "vuelo de estreno", como fue el caso.

Dado lo avanzado de la tarde, con los cumulitos que se habían deshecho ya en la vertical de aeródromo y mi experiencia durante los últimos remolques con la "Pawnee", tuve el lacerante temor de que mi vuelo en el biplaza pudiera convertirse en una ignominiosa hundida. A puntísimo estuve de renunciar, dejándolo para otro día y hasta lo comenté. Pero lo cierto y verdad es que no tuve las agallas suficientes como para posponer tal oportunidad.

Jaime Julve se subió a la "Pawnee" y él mismo fue quien nos remolcó. Con tan buena suerte que, casi enseguida, encontró una térmica formidable de 4 m/s. (con patadas de 4'5 y 5). Potencia ascensional que yo no había visto el resto del día, ni de lejos. Y, además, en "azul".

En ella seguimos virando, hasta 1.500 metros sobre el suelo, con los flaps en la primera posición positiva. Ya con altura, nos desplazamos hacia el sur, donde todavía quedaban cúmulos aprovechables, aunque con síntomas de próxima descomposición.

Durante dos horas más, anduvimos paseando entre: Villacañas, el Aeródromo de La Mancha, Villafranca de los Caballeros, La Villa de Don Fadrique, La Puebla de Almoradiel, Corral de Almaguer, La Guardia, El Romeral, etc. En una ocasión, Rafa llegó a alcanzar la base de las nubes que, a esa hora, estaba a 2.200 Metros QFE.

Lo que más llama la atención de un velero así, es su coeficiente de planeo que, al parecer, anda por el 1:55. Maravillosa máquina de avanzar mucho y bajar aceptablemente poco. Toda La Mancha parece estar a tiro, con solo apuntar hacia donde quieras dirigirte y echarle los flaps adelante.

Conviene decir que este velero tiene un peso máximo al despegue de 750 Kg. Con la masa e inercia propios de dicho peso, dimensiones y coeficiente de planeo. Con lo que es imposible que se comporte en vuelo como un ligero "Swallow", pongo por caso. Y su tripulación bien hará en tenerlo presente.

Hace ya tiempo, oí o leí en alguna parte, que el ASH-25 no coordina bien los virajes, dada su gran envergadura. Con un solo vuelo de dos horas, creo que ya puedo disentir de esa opinión. Al contrario, me parece que  manda con dulzura y eficacia. Además, coordina bien el alabeo y la dirección, permitiendo cambios de viraje entre uno y otro sentido, con bastante mayor eficacia y rapidez de las que me esperaba. Aunque, eso sí, no llega a la asombrosa bonanza del "Janus-C" en este aspecto.

Virando a térmica permite un amplio rango de velocidades, entre 80 y 100 Km/h, con toda seguridad. Me pareció más rentable subir entre 90 y 100 Km/h. Que, en el caso de volar con lastre para llegar a su máxima carga alar, seguramente habrá que ampliar a 100/110 Km/h.

Al menos el habitáculo de la cabina trasera es comodísimo. Tiene todo el aspecto de que su estudiada ergonomía permite asegurar muchas horas de vuelo confortable. La visibilidad estupenda. Con unos aireadores eficaces y progresivos. Además sus pedales son regulables también en vuelo. Ventaja muy poco frecuente en las cabinas traseras de los biplazas. Intuyo que ocupar el puesto delantero debe ser, igualmente, insuperable.

Durante este vuelo hicimos dos pérdidas, con los flaps a cero grados. La primera muy suave y progresiva, entró a 70 Km/h. En la segunda, subimos el morro con mayor decisión y nos "caímos" a 50 Km/h. Ambas nobilísimas y por derecho, sin la menor tendencia traidora hacia los lados.

A los tripulantes, nos habría apetecido alargar tan delicioso vuelo hasta el ocaso. Pero, sobre las 19:30' y tras un consenso a través de la radio entre Rafa y Roberto, ambos socios decidieron que desmontaríamos el avión y lo guardaríamos enseguida en su remolque. De forma que adelantamos el descenso y la toma, para que no se nos hiciera de noche.

Enfilados ya a la pista 12, Rafa bajó los flaps hasta su tope trasero. Lo cual me recordó enseguida la reacción del monoplaza ASW-20 en este trance. Cuando el exceso de curvatura del perfil, a lo largo de todo el plano, convierte el rendimiento aerodinámico en algo bastante menos grato de lo normal. Con mucha menor respuesta por parte de los mandos. Obligando al piloto a adelantarse mucho más a la hora de  decidir qué hacer y cómo hacerlo. Todo se vuelve torpe y lento. Aunque reconozco que el ASW-20 es aún más marmolillo.

Los aerofrenos son ineficaces. Descaradamente pobres. Se entiende mal que un avionazo de esta categoría adolezca de esa pega. Que, en el temible caso de una toma fuera de campo, no es baladí, ni mucho menos. Defecto que, por otra parte, es el único que puedo ponerle a este gurruplano.

El planeo final y el "redondeo" de la toma me parecieron los normales para cualquier otro velero medio. Si exceptuamos lo ya dicho de que el piloto tiene que espabilarse con los mandos, ante la pereza aerodinámica que conlleva la posición de "full flaps".

La actuación del freno de rueda es buena y progresiva, a pesar del peso, la inercia y la contundencia del velero.

El resumen final que puedo hacer de este notable avión es que: ME ENCANTA. ¡Ah! y, sobre todo, que me gustaría muchísimo que fuera mío. 

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